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Blog de Javier Memba

El insolidario

Apuntes para unas estampas madrileñas (X)

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Malasaña, hoy igual que ayer

 

            Pese a que nunca he permanecido más de tres semanas seguidas fuera de Madrid, hay zonas de mi ciudad, de las que en otro tiempo fui habitual, por las que hace años -muchos años- no he vuelto a pasar. Con posterioridad a los días en que las frecuenté, mi vida discurrió por otros derroteros, sitos en otras calles y distritos, que me han llevado a este 2013 en que, salvo la asistencia a las proyecciones en la bienamada Filmoteca -alabado sea por siempre su nombre-, me perturba todo lo que me separe de mis libros, mis películas, mis fotos, mi ordenador... Todo, en fin, lo que signifique traspasar la puerta de mi casa.

            Ante este panorama, aunque me molesta salir, cuando acabo por hacerlo y ocasionalmente visitó algunas de esas zonas de Madrid que han quedado más lejos en el tiempo que en la distancia, me maravillo como si viajara al lugar más remoto de mi horizonte. Calculo que ha de deberse a que se trata de un viaje en el tiempo, al limbo del pasado, que por quimérico siempre es más seductor que un viaje en el espacio.

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Publicado el 17 de marzo de 2013 a las 01:15.

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Apuntes para unas estampas madrileñas (VIII)

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El casticismo de zarzuela

            Ya no soy aquel niño al que le daba miedo salir de Madrid porque fuera de su ciudad y solar natal extrañaba hasta el agua. Pero en el casi medio siglo transcurrido desde entonces, tres semanas -y haciendo un exceso- han sido el máximo espacio de tiempo que he conseguido estar fuera de ella. Quince días, esa es la medida ideal de mis ausencias de casa.

            Pasada ya con creces la cumbre de mi edad -tengo cincuenta y tres años recién cumplidos-, Madrid, a mis ojos, sigue siendo un reino afortunado que me sé de memoria porque es mi limbo. Ya puedo estar en la maravillosa París o la incomparable Londres, junto con Formentera mis destinos favoritos, que siempre acabo por contar los días que faltan para volver a mi ciudad. Como cuando era un niño que prefería la calle de Eloy Gonzalo con sus quioscos de agua de cebada a la dichosa playa.

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Publicado el 28 de agosto de 2012 a las 18:15.

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Apuntes para unas estampas madrileñas (VII)

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            Una extraña nostalgia

           Sé de alguien, muy cercano a mí, que dice ser un resto del Madrid del siglo XX, "amado siglo XX", puntualiza, frente al "nefasto siglo XXI", y continúa:

            "Desde esta perspectiva, me conmueve que el cartel de Tío Pepe no haya de volver a su antiguo emplazamiento, en el tejado del número uno de la Puerta del Sol. Como me entristeció en su momento el desmantelamiento de los Scalextric de Atocha y Cuatro Caminos, auténticos símbolos de la modernidad de mi infancia".

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Publicado el 9 de julio de 2012 a las 08:30.

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Apuntes para unas estampas madrileñas (VI)

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Las noches del Candela       

     Diecisiete meses después de concluida, mi vida ebria comienza a parecerme lejana y ficticia, como un cuento leído en la infancia. Pero igual que algunos personajes de aquellas páginas aún pueblan mi memoria, hay amigos que hice en aquellas noches que aún me siguen rondando en la cabeza.

 

            Quiero recordar a El hippie de Carabanchel y las sesiones de swing -y otras músicas "con sentimiento", que las llamaba- que organizaba en sus bares de La Latina. Cómo olvidar a Juan Cervantes que hace ya más de veinte años, me fiaba las copas y me dejaba dinero siempre que lo necesitaba. Por no hablar de las inolvidables camareras que lucían solitarias entre las sombras y cada vez que me obsequiaban una de sus sonrisas me hacían el hombre más feliz del mundo. Fueron muchas y a cuál más entrañable.

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Publicado el 30 de abril de 2012 a las 01:15.

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Apuntes para unas estampas madrileñas (V)

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Las salchichas de la Puerta del Sol           

          Recuerdo con sumo agrado dos de las zapaterías económicas del Madrid de mis primeros años: Segarra, de la plaza del Callao, y Los Guerrilleros, de la Puerta del Sol. La memoria que guardo de aquélla está asociada a los Calzados Gorila, unos zapatos que se anunciaban lo suficientemente fuertes como para las patadas de los colegiales. Tenían en la planta un sello verde que mostraba al simio aludido en la marca.

            De Los Guerrilleros evocó el puesto de perritos calientes que había entre los escaparates que daban entrada al establecimiento. Aquel tenderete -entonces fabuloso, ahora mítico- es mi recuerdo más preciado de la Puerta del Sol y en estos días aciagos me viene con frecuencia a la cabeza.

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Publicado el 16 de marzo de 2012 a las 23:15.

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Apuntes para unas estampas madrileñas (IV)

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El subsuelo de la Plaza de Canalejas

            La Violeta, la bombonería del número 6 de la plaza de Canalejas, es uno de esos escasos comercios tradicionales madrileños que aún lucen solitarios entre la proliferación de tiendas de comestibles de nuevo cuño. Los caramelos que la dan el nombre, y las violetas escarchadas que se despachan con idéntica gracia en este mismo establecimiento, llevan a la asociación entre estas golosinas y esas violeteras, de las que nos habla el maestro Padilla en su más célebre composición, plagiada por cierto por Charles Chaplin en su Luces de ciudad (1930).

            Más íntimamente, las violetas que recuerda el madrileño son esos pequeños caramelos que le obsequiaba su abuela o esa anciana tía que siempre sonreía. Si cierro los ojos y hago memoria, aún vuelve a mi boca aquel sabor antiguo, magnético como un extraño dulce. Pero mi verdadero recuerdo de la Plaza de Canalejas está bajo tierra. En aquella galería comercial del paso subterráneo. No sé por qué hoy todo ello clausurado, como el Edificio España.

            Tan fabulosa como aquellas otras galerías que se extienden entre dos calles -Fuencarral y la Corredera Alta, Paz y Carretas, San Bernardo e Isabel la Católica-, aquella del subsuelo de la plaza de Canalejas a mí se me antojaba un laberinto. Aún no sabía el nombre de las vías de mi ciudad, pero empezaba a conocerlas de vista. De modo que me resultaba un juego salir por la calle de la Cruz cuando creía que iba a hacerlo por la Carrera de San Jerónimo. Todo era tan grato como aquellas tiendas de sabrosos bocadillos -que no bares- abiertas para el desayuno de los oficinistas.

            Esos pequeños establecimientos -llamarlos "negocios" es mucho decir-, junto a los que hay que recordar varias filatelias, Disco Barsa -donde compré, cambié y vendí tanto buen rock- y una tienda de mantones y peinetas, completan la escena de aquella gracia pretérita. Hoy no queda de tanta maravilla.

Publicado el 27 de enero de 2012 a las 01:15.

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Recordando a Gonzalo Torrente Malvido. Apuntes para unas estampas madrileñas (III)

Archivado en: Apuntes para unas estampas madrileñas, In memoriam

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            Conocí a Gonzalo Torrente Malvido en 1987, en un despacho que Antonio Huerga y Sagrario Fierro, entonces Ediciones Libertarias, tenían en el número 66 de la Gran Vía. Él acaba de publicar Teorema del mal y yo Hotel Savoy, mi primera novela. También fue en aquella colección, la de nueva narrativa española puesta en marcha por Huerga y Fierro, donde Malvido dio a la estampa sus Cuentos recuperados de la papelera. En ambos casos escondió su primer apellido tras su inicial. Yo mismo me enteré de quién era cuando me lo dijo la mayor arribista que he conocido en mi vida, a la que frecuenté mucho durante doce meses.

            Lejos de esos afanes de triunfos mezquinos, Gonzalo T. Malvido no quería glorias a costa de su padre, Gonzalo Torrente Ballester. Y bien es cierto que lo consiguió. Ya en sus últimos días, en las mismas entrevistas en que se daba noticia de que estaba durmiendo en un banco de la calle, se quejaba de la forma en que el pasado año se le ignoró en las conmemoraciones del centenario del nacimiento de su progenitor. Puede que el estigma con el que le marcó la literatura oficial sea tan discutible como la gloria que esa misma literatura concede a sus favoritos. Pero que Malvido hubiera podido decir mucho sobre el autor de sus días es algo que cae por su propio peso.

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Publicado el 29 de diciembre de 2011 a las 09:15.

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Apuntes para unas estampas madrileñas (II)

Archivado en: Apuntes para unas estampas madrileñas

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           Lo de Madrid con la Aspirina es la historia de una ida y una vuelta. Por lo tanto, hace evocar el título de las memorias de Bilbo Bolsón, el hobbit de La Comarca. Pero no es la deliciosa fantasía de Arda, el mundo de J. R. R. Tolkien, son las prisas, las que marcan la relación de los madrileños con la aspirina.

            Dada la rapidez con la que comen su menú del día, del que hacen la digestión en el trabajo -la siesta es otro placer en desuso-, los problemas estomacales son frecuentes entre el paisanaje de la ciudad. Siendo nefasto para el estómago ese ácido acetilsalicílico, que compone el más popular de los fármacos de la alemana Bayer, la Aspirina, como analgésico, conoció un franco retroceso frente al paracetamol. Esa podría ser la ida.

            Pero esas prisas también son la principal causa de los distintos infartos y la Aspirina, uno de los mejores fármacos para su prevención. Así las cosas, el gran invento de Bayer ocupa de nuevo un lugar privilegiado en la farmacia madrileña. Esa sería la vuelta.

Publicado el 15 de diciembre de 2011 a las 23:45.

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Apuntes para unas estampas madrileñas (I)

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            Si hubiera que buscar una identidad a la cultura popular madrileña, ésta oscilaría entre El Ángel Caído -la escultura de Ricardo Bellver que se alza en la glorieta a la que da nombre en los Jardines del Buen Retiro- y la virgen de la Paloma, la advocación mariana favorita de los madrileños -representada en un cuadro de autor desconocido- que designa a su vez a un templo y a la calle donde éste está sito. En tanto que unos madrileños se jactan de pertenecer a la única ciudad del mundo que dedica un monumento al Diablo -no es otro que Lucifer, recién expulsado del Paraíso por su soberbia, quien mira al cielo desde El Retiro-, sus vecinos vuelven a referirnos la célebre verbena que ha inspirado Nuestra Señora de la Soledad, la virgen de la Paloma.

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Publicado el 16 de octubre de 2011 a las 14:15.

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Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

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Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

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