Apuntes para unas estampas madrileñas (X)
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Malasaña, hoy igual que ayer
Pese a que nunca he permanecido más de tres semanas seguidas fuera de Madrid, hay zonas de mi ciudad, de las que en otro tiempo fui habitual, por las que hace años -muchos años- no he vuelto a pasar. Con posterioridad a los días en que las frecuenté, mi vida discurrió por otros derroteros, sitos en otras calles y distritos, que me han llevado a este 2013 en que, salvo la asistencia a las proyecciones en la bienamada Filmoteca -alabado sea por siempre su nombre-, me perturba todo lo que me separe de mis libros, mis películas, mis fotos, mi ordenador... Todo, en fin, lo que signifique traspasar la puerta de mi casa.
Ante este panorama, aunque me molesta salir, cuando acabo por hacerlo y ocasionalmente visitó algunas de esas zonas de Madrid que han quedado más lejos en el tiempo que en la distancia, me maravillo como si viajara al lugar más remoto de mi horizonte. Calculo que ha de deberse a que se trata de un viaje en el tiempo, al limbo del pasado, que por quimérico siempre es más seductor que un viaje en el espacio.
Publicado el 17 de marzo de 2013 a las 01:15.